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miércoles, 6 de noviembre de 2013

La volubilidad de las cosas


Últimamente está muy de moda aquello de “El Internet de las cosas”, que viene a ser  algo así como la conexión de objetos de uso cotidiano, que a través  de un pequeño chip que llevarán instalado, se vuelven “inteligentes” y nos avisan, por ejemplo, de la comida que va a caducar o permiten encender la calefacción desde el móvil. Algunos de estos dispositivos empiezan a aparecer, tímidamente en el mercado

Claro,  era cuestión de tiempo que llegáramos a eso, aunque yo me había quedado en  “La Volubilidad de las Cosas”,  que debe ser el estado anterior al de Internet

Muchas veces me he preguntado, ¿Qué extraña fuerza hace que en el preciso momento en el que te agachas para recoger algo que se ha caído, una inocente goma de borrar salga volando y aterrice accidentalmente en el ojo de la Pequeña Princesa? O  ¿Por qué el día que hay espinacas para cenar, el vaso de leche del Príncipe se vuelve inestable y acaba derramándose sobre el plato caliente justo en el momento en que llaman a la puerta?

Cuando hago estas preguntas a los pequeños, ellos me ponen esa carita suya de “Soy inocente y no necesito explicarme” y me miran como diciéndome: Ah pues, ni idea! ¿Cómo ha podido ocurrir? Ja!  Y encima, esperarán a que yo solita resuelva el misterio de las cosas que se mueven solas, y de paso, que no les caiga a ellos un chorreo!

Espero mucho de este nuevo estado de las cosas, el de Internet, porque, ya que voy a poder recibir un mensaje en el móvil cuando se me acabe la leche de la nevera, seguro que alguien se inventa la forma de avisarme antes de que el próximo balón se estrelle contra una ventana mientras los niños están tranquilamente leyendo en el jardín

Ahí lo dejo

lunes, 28 de octubre de 2013

Domingo de bicis y barro

Ayer domingo, después de unos cuantos días de lluvia, nos fuimos al campo a montar en bici. Madrugamos un poco, cogimos cada uno la nuestra, y nos fuimos a meternos por caminitos  de barro
Después de un ratito de ir pedaleando, la primera nos llegó de la mano de nuestra Pequeña Princesita, que el día anterior había recibido una bici por su cumple, y bueno,... primer charco de barro, primer enfado suyo porque se le había manchado su preciosa bicicleta.
Me costó un poco explicarle que con un buen manguerazo, la bici entera quedaría como nueva. Por la cara con que me miraba pude adivinar sus pensamientos: ¿En serio vas a meter mi bici nueva debajo de la manguera? ¿Estarás de coña, no?
Sin embargo la segunda fue mucho mejor. El Príncipe  Grande, haciendo de hermano mayor y para impresionar a su hermana, se metió en el charco más grande que encontró. Teniendo en cuenta que, aunque salimos a menudo a pasear en bici, nunca les habíamos llevado por barro y charcos, aquello me pareció un poco osado, pero aun así… ¿qué más daba?
 El tío iba lanzado, porque... ya se sabe, estos charcos cuanto más rápido se pasen mejor. Pues allí estábamos  los tres mirando como cruzaba cuando su bici, empieza a perder velocidad, y perder velocidad, y perder velocidad... hasta que se queda varada (en su sentido literal)
La imagen es real. La bici en mitad del charco, y los dos pequeños dando vueltas a su alrededor buscando una forma de rescatarla; En un momento dado, la Pequeña Princesa deja cuidadosamente aparcada la suya, pega un salto hasta el centro del charco, y cuando llega allí, sin pedir ayuda a nadie, se pone a levantar la bici varada
 La cosa se pone todavía mejor cuando su hermano se lanza detrás de ella (claro! no se iba a quedar en la orilla mientras su hermana le sacaba la bici del fango) y no habían pasado ni cinco minutos, cuando ya estaban  los dos metidos en el charco con el agua POR LAS RODILLAS!!!, y trabajando mano a mano para sacarla.
Por supuesto, no llevaban botas de agua, ni ropa específica, ni na de na... llevaban chándal  y zapatillas de deporte así que, cuando salieron del charco eran una completa mancha marrón que les cubría completamente desde la rodilla hasta el pie
Entonces descubrieron lo divertido que es llenarse en el barro. Pusieron esa cara suya de: estamos de aventura y nos atrevemos con todo!, (que, entre tú y yo,  no deja de darme miedo en algunos momentos), y empezamos todos a hacer carreras y buscar charcos para pasarlos cuanto más rápido y más cerca de otro mejor
La expedición acabó con bastante más de un par de rodillas manchadas, y los niños contando a todo el mundo su aventura. Seguro que los dos lo están contando en el cole ahora mismo
La verdad es que (salvo porque no llevé los buzos de submarinismo), la experiencia fue divertidísima para ellos y para mí, que por unas también estuve en estado de aventura… y por supuesto acabé para meterme directamente en la lavadora
No sé si hay algún videojuego de la WII o de la PS que hace lo mismo, pero ya sabéis que no es igual: las manchas son de verdad y el aire libre también, y os juro que me lo pasé mucho mejor que en el salón

martes, 5 de febrero de 2013

Lágrimas de cocodrilo


Hace falta ser muy buena actriz, para representar una actuación con la calidad con que lo hace mi pequeña Princesita
Da igual si es por un plato de pescao, o porque se ha quedado castigada sin ir al parque.

Durante el primer acto, se desarrola la acción: se entera de que hay pescado para cenar. Entonces empieza con la mirada de cordero degollado, intentando dar lástima.
"Pobre. no sabe que esos trucos ya me los sé, yo también lo hacía cuando era pequeña"- pienso mientras aparento no hacer caso a "la carita de la pena". Aquí todavía me mantengo firme, creyendo que tengo el control de la situación.

Como La Princesita ve que su "carita de la pena" todavía no surte ningún efecto, rápidamente pasa al segundo acto, sin telón, ni descanso, ni nada.
En esta parte, es cuando empiezan los pucheros, que por lo general duran poco, porque en seguida ve que todavía te resistes, y empieza su representación genial

El sofá es la escena perfecta. Se tumba, esconde la cara debajo de un cojín, y empieza a llorar a lágrima viva.
Las "trescientas" primeras veces que me hizo esto, siempre era en este punto cuando me empezaban a flaquear las fuerzas, y me daba cuenta de que ya no tenía tanto control de la situación

En la 301, la cosa no mejora demasiado. Ha pasado unos minutos, de repente, deja de llorar levanta la cara y mira alrededor para comprobar que todavía estoy alli.

Cuando esto ocurre, yo estoy estoy retorciendo el jersey, con mi propia lágrima asomando por el borde del ojillo,y a punto de ceder a no darle el pescado y cambiarlo por espaguetti. Suficiente para ella...que al comprobar que está a punto de conseguirlo, vuelve a bajar la cabeza y sigue llorando aunque esta vez más alto,`para que no quede ninguna duda.

Entonces es cuando me revuelvo.La lagrimilla, que antes luchaba por salir, vuelve a meterse en el ojo. Pongo mi peor "cara de enfado" y pienso ahora se va a comer dos de pescado! Pero, será teatrera!

Después de la dura pelea, se acaba comiendo el pescado. Lo he conseguido y me siento en el sofá a reponer fuerzas un momento. Cuando vuelvo a tener controlada mi tensión, viene con su mejor "carita de Princesita", me abraza y me dice mientras me cubre de besos:
"Mami, mamaíta, cuanto te quiero"

Ala! Aquí no ha pasado nada, y a por la próxima cena de pescado
 
Cuando le cuento esto a mi padre, el se sonríe y me contesta en tono de venganza: "La cosa está clara, es igualita a su madre"...


lunes, 28 de enero de 2013

Oda a Santo Tomas de Aquino


Santo Tomás de Aquino, patrono de los estudiantes
es un día sin cole, y yo sin organizarme antes
ayer Domingo me di cuenta, ¡pero si hay que trabajar!
¿que hago mañana?¿con quién los voy a dejar?

En serio, creo que los astros se han alineado
¿o soy yo?, que desde la mañana todo me parece enredado
yo tenía dentista... y va Papi y se hace un esguince
acompáñame al médico, me dice mientras se viste  

Otra vez tengo que utilizar "puntos familia"
hago mis cuentas mientras llegamos a la clínica
esta vez se han quedado en casa con los abuelos
si vuelvo pronto del trabajo, solo serán dos puntos menos

Los puntos familia son, para aquel que no lo sabe
las veces que dejo a los niños porque tengo que escaparme
 abuelos, tios, ..., a ellos cualquiera les vale
ir a jugar a otra casa, eso si es un desmadre!

Total, que a las doce de la mañana
los niños con los abuelos y Papi tumbado en la cama
me voy a la oficina, y el jefe ¡vaya! ¡menuda cara!
¿dónde estabas? pensaba que hoy faltabas

Al final, todo me ha salido bien
he trabajado, ¡eso si! casi sin comer
me ha dado tiempo a recoger a los pequeños
ducharles, cenarles y desearles felices sueños

Y va la Princesa y me dice
mientras me señala con su pequeño dedo indice:
¿Mami dónde has estado? Hoy era día "de recreo"
"Cariño, hoy mami ha tenido mucho papeleo"

Pero ni mucho menos acaba aqui mi historia
me he quedado sin dentista, ¡se me pasó la hora!
y aún tengo a Papi tumbado y con el pie en alto
¡ay que mañana preveo otro día de infarto!

Esto seguro que  será otro cuento
ya lo contaré en otro momento
solo quiero decir. ya para terminar
que el próximo año me acordaré de Santo Tomás

martes, 22 de enero de 2013

Hoy a nevado en Madrid

Hoy ha nevado en Madrid

Quince minutos. Solo han sido quince los que me han caído a mí esta mañana, pero suficiente para colapsar el centro, para salir en todos los telediarios.
Hoy me ha costado una hora y quince minutos llegar a la oficina, recorrer esa "ruta de peregrinación" que seguimos muchos todas las mañanas para llegar hasta nuestro puesto de trabajo.

Mientras estaba alli, totalmente parada en un atasco infernal, miraba en twitter a ver que decían de la nieve... por curiosidad. Muchos twits avisaban ya desde hacía un par de horas de la que estaba cayendo y recomendaba coger el transoprte público. Tengo que empezar a leer estas cosas antes de salir de casa...

Mientras avanzaba despacito entre los coches pensaba: la verdad es que les va a encantar a los niños, con lo que les gusta la nieve. Seguro que en cuanto llegue a casa esta tarde, me van a preguntar que cuando volvemos a esquiar.

Pues no ha sido así... sino peor!. Cuando he abierto la puerta de casa, la pequela Princesa y su hermano, habían sacado las botas de esquiar a la entrada y me esperaban sentados cada uno en una.

Mami, esta mañana  a nevado. ¿Podemos irnos a esquiar? Es curiosa la memoria selectiva de los pequeños: No se acuerda de lo que ha hecho en todo el día en el cole, pero recuerda perfectamente que esta mañana ha visto nevar desde la ventana de su clase.

Me ha costado un poco explicarle que el viaje iba a ser largo, que llegaríamos por la noche y que tendríamos que volvernos sin esquiar porque mañana hay cole.

No estoy segura de que lo haya entendido muy bien, pero se ha dado la vuelta y le ha dicho a su hermano- Vale, pues esquiamos aquí!

Dicho y hecho.

Han cogido sendos trapos cada uno a modo de esquís y, como bastones,  unas espadas de gomaespuma curtidas en mil batallas (una para cada uno, porque no tenemos mas...) eso si, con el casco de esquiar calado hasta las orejas, y así han empezado a "esquiar" de un lado al otro del pasillo.

Yo, con enormes reflejos, he corrido a la cocina y he escondido cualquier bote de harina, azúcar o semejante... no sea que se les ocurra que vuelva a nevar, pero esta vez ¡dentro de casa!

La cosa no ha llegado a mayores, al revés; han pasado una tarde estupenda bajando por las laderas, sorteando banderolas e incluso saltando montículos de nieve imaginaria

Cuando acabe la cuesta de enero, tengo que empezar a ahorrar... a ver si podemos volver a ir a esquiar, de verdad.

Mientras tanto, una vez pasado el peligro, vuelvo a sacar la harina y el azúcar a su sitio.

Y, ¡a esperar a que nieve otra vez




miércoles, 12 de diciembre de 2012

El esqui de los niños

Por segunda vez en su vida, hemos ido con los niños unos días a esquiar. Una experiencia inolvidable...desde luego.

Llevo esquiando desde que tenía seis años, y no recuerdo que fuera tan difícil que los mayores cargaran con mis cosas.

Tuvieron clases con un profesor, pobre. En algún momento dudé si pagarle un poco más por el sufrimiento.

Ya se sabe que los niños son movidos, y que no tienen sensación de miedo... pues ponedles unos esquís y soltadles en una pendiente nevada. Entonces sereis vosotros los que vivais una auténtica sensación de pánico cuando esos seres pequeñísimos, con un casco enorme y embutidos en sus monos, se deslicen "a toda caña"-palabras de mi Princesita- sin importarles demasiado lo que haya delante ni como parar... ¿para qué parar?

Tenían unas horas de clase todos los días, El Rey, la Princesita, y otros dos niños del mismo tamaño. Durante ese tiempo, Papá y yo aprovechamos para esquiar un poco a nuestro ritmo.

En una de esas, que les veo de lejos, todos intentanto seguir al profesor (otra vez sensación de pánico), escucho una vocecilla aguda- mi dulce Princesita ¿quién si no?- gritando al profesor: "Profe, profe, podías ponerlo un poco más dificil, ¿no?"

Sin palabras, me quedé sin palabras. ¿mas difícil?, pero inconsciente, si todavía no sabes frenar y ¿ya quieres hacer carreras?

Pues si, no solo ella quería hacer carreras sino que su hermano, El Rey, también. Y alli me encontraba yo, bajando con ellos las pistas después de su clase e intentando que siguieran mis huellas, cuando me doy me doy la vuelta para mirar hacia delante (por eso de no accidentar a ningun otro esquiador), y antes de que vuelva a mirar para atras a comprobar que me siguen, me pasa una bola naranja por un lado, y una bola rosa por otro.

Pánico? aquello no fue pánico, aquello fue terror.

Osada de mí, me lanzo detras de ellos escuchando a lo lejos aquella voz aguda: "Mami, mami, más rápido, que voy a toda caññaaaaaa".

En ese momento me costó un pelín reponerme del susto, pero al final accedí. ¿Quereís carrera? ¡pues la vais a tener!

Tardé un poco en cogerles (hay que ver lo que corren esas bolas cuando pierdes unos segundos en recuperarte del shock), pero luego no tuve demasiada piedad. Gané la carrera, que para algo me tienen que servir mis años de práctica, y no podía permitir que me perdieran el respeto así, con una bola en la cabeza.

Ahora claro, una vez llegados a la meta, toca quitarse los esquís, el casco, los bastones, y los guantes, y echar a andar directos a la ducha.

¡Ahi llega el problema! "Mami, ¿me llevas los esquís?" "Mami, estoy cansado""Papí, no puedo con el casco"...¡Traidores!

Al final resultó una instantánea fantastica, toda la familia unida andando por la estación: los padres con dos pares de esquís cada uno en un hombro y resbalando por los lados, además de los guantes, la mochila y la botella de agua que tuvimos que comprar; los niños detrás, intentando andar con sus bastones y los nuestros, que de paso son mas altos que ellos, la botas puestas y los cascos cayendo al suelo cada cinco pasos. Un auténtico poema

Lo dicho, no recuerdo que fuera tan difícil que me llevaran los esquís

Unos días después y recuperada de todo, excepto de las agujetas, pienso: Una experiencia inolvidable, sin duda... esperando repetirla el año que viene