miércoles, 6 de noviembre de 2013

La volubilidad de las cosas


Últimamente está muy de moda aquello de “El Internet de las cosas”, que viene a ser  algo así como la conexión de objetos de uso cotidiano, que a través  de un pequeño chip que llevarán instalado, se vuelven “inteligentes” y nos avisan, por ejemplo, de la comida que va a caducar o permiten encender la calefacción desde el móvil. Algunos de estos dispositivos empiezan a aparecer, tímidamente en el mercado

Claro,  era cuestión de tiempo que llegáramos a eso, aunque yo me había quedado en  “La Volubilidad de las Cosas”,  que debe ser el estado anterior al de Internet

Muchas veces me he preguntado, ¿Qué extraña fuerza hace que en el preciso momento en el que te agachas para recoger algo que se ha caído, una inocente goma de borrar salga volando y aterrice accidentalmente en el ojo de la Pequeña Princesa? O  ¿Por qué el día que hay espinacas para cenar, el vaso de leche del Príncipe se vuelve inestable y acaba derramándose sobre el plato caliente justo en el momento en que llaman a la puerta?

Cuando hago estas preguntas a los pequeños, ellos me ponen esa carita suya de “Soy inocente y no necesito explicarme” y me miran como diciéndome: Ah pues, ni idea! ¿Cómo ha podido ocurrir? Ja!  Y encima, esperarán a que yo solita resuelva el misterio de las cosas que se mueven solas, y de paso, que no les caiga a ellos un chorreo!

Espero mucho de este nuevo estado de las cosas, el de Internet, porque, ya que voy a poder recibir un mensaje en el móvil cuando se me acabe la leche de la nevera, seguro que alguien se inventa la forma de avisarme antes de que el próximo balón se estrelle contra una ventana mientras los niños están tranquilamente leyendo en el jardín

Ahí lo dejo

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