martes, 22 de enero de 2013

Hoy a nevado en Madrid

Hoy ha nevado en Madrid

Quince minutos. Solo han sido quince los que me han caído a mí esta mañana, pero suficiente para colapsar el centro, para salir en todos los telediarios.
Hoy me ha costado una hora y quince minutos llegar a la oficina, recorrer esa "ruta de peregrinación" que seguimos muchos todas las mañanas para llegar hasta nuestro puesto de trabajo.

Mientras estaba alli, totalmente parada en un atasco infernal, miraba en twitter a ver que decían de la nieve... por curiosidad. Muchos twits avisaban ya desde hacía un par de horas de la que estaba cayendo y recomendaba coger el transoprte público. Tengo que empezar a leer estas cosas antes de salir de casa...

Mientras avanzaba despacito entre los coches pensaba: la verdad es que les va a encantar a los niños, con lo que les gusta la nieve. Seguro que en cuanto llegue a casa esta tarde, me van a preguntar que cuando volvemos a esquiar.

Pues no ha sido así... sino peor!. Cuando he abierto la puerta de casa, la pequela Princesa y su hermano, habían sacado las botas de esquiar a la entrada y me esperaban sentados cada uno en una.

Mami, esta mañana  a nevado. ¿Podemos irnos a esquiar? Es curiosa la memoria selectiva de los pequeños: No se acuerda de lo que ha hecho en todo el día en el cole, pero recuerda perfectamente que esta mañana ha visto nevar desde la ventana de su clase.

Me ha costado un poco explicarle que el viaje iba a ser largo, que llegaríamos por la noche y que tendríamos que volvernos sin esquiar porque mañana hay cole.

No estoy segura de que lo haya entendido muy bien, pero se ha dado la vuelta y le ha dicho a su hermano- Vale, pues esquiamos aquí!

Dicho y hecho.

Han cogido sendos trapos cada uno a modo de esquís y, como bastones,  unas espadas de gomaespuma curtidas en mil batallas (una para cada uno, porque no tenemos mas...) eso si, con el casco de esquiar calado hasta las orejas, y así han empezado a "esquiar" de un lado al otro del pasillo.

Yo, con enormes reflejos, he corrido a la cocina y he escondido cualquier bote de harina, azúcar o semejante... no sea que se les ocurra que vuelva a nevar, pero esta vez ¡dentro de casa!

La cosa no ha llegado a mayores, al revés; han pasado una tarde estupenda bajando por las laderas, sorteando banderolas e incluso saltando montículos de nieve imaginaria

Cuando acabe la cuesta de enero, tengo que empezar a ahorrar... a ver si podemos volver a ir a esquiar, de verdad.

Mientras tanto, una vez pasado el peligro, vuelvo a sacar la harina y el azúcar a su sitio.

Y, ¡a esperar a que nieve otra vez




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